
Recuperar el significado del servicio público es la clave para salir de la crisis actual con unos nuevos cimientos, sólidos y duraderos. Una de las tareas más importantes de un coach político es asumir un auténtico compromiso de servicio público.
El punto clave para que alguien sea coach político es que sepa mantener su identidad, que no se deje seducir por la importancia del cargo del coachee y que conduzca la conversación buscando la esencia del rol político más que entrando en problemas puntuales relacionados con la contingencia política.
Y eso requiere del coach político un profundo conocimiento tanto de sí mismo como del entorno en el que se va a desenvolver. Por ello, el coaching político debe garantizar que el coach:
* Debe aprender a conocer los entresijos del entorno político, la importancia del escenario del juego que en él se desarrolla. Hay distinciones que no siempre son visibles para el ciudadano.
* Debe aproximarse al conjunto de condicionamientos y problemas a los que se enfrenta el político: los externos (ligados a los intereses que dominan el ámbito político), y los internos (el ego del político, que se agranda con el paso del tiempo y que le distancia de la realidad, su soledad, el vértigo del poder, las dualidades entre la diferencia entre lo prometido y lo posible, lo que quisiera hacer y lo que hay que hacer...).
* Debe abordar la figura del político como líder (el coach no se puede obnubilar con el poder del político; no puede quedarse en el quehacer de la contigencia). El líder político está profundamente conectado con su proyecto y mantenerlo vigente es fundamental. El coaching debe ayudarle a recuperar esa conexión umbilical desarrollando capacidades que el coachee ya tiene.
* Debe explorar sus propios límites, admitiendo la posibilidad de coachear a una persona con valores ideológicos opuestos a los suyos. La pregunta fundamental es ¿cuál es mi objetivo, apoyar una ideología o contribuir a mejorar un país? En realidad, las cuestiones de Estado deberían unir a un país.
Pero lo realmente importante es que el alcance de la aplicación de un ejercicio realista de coaching político, que más allá de los primeros espadas, ha de descender a quienes a fecha de hoy trabajan construyendo el futuro. Eso implica trabajar desde abajo, pues ello nos permitirá mantener el sentido de lo público y de país más genuino que permita devolver la esperanza a una ciudadanía descreída.
El punto clave para que alguien sea coach político es que sepa mantener su identidad, que no se deje seducir por la importancia del cargo del coachee y que conduzca la conversación buscando la esencia del rol político más que entrando en problemas puntuales relacionados con la contingencia política.
Y eso requiere del coach político un profundo conocimiento tanto de sí mismo como del entorno en el que se va a desenvolver. Por ello, el coaching político debe garantizar que el coach:
* Debe aprender a conocer los entresijos del entorno político, la importancia del escenario del juego que en él se desarrolla. Hay distinciones que no siempre son visibles para el ciudadano.
* Debe aproximarse al conjunto de condicionamientos y problemas a los que se enfrenta el político: los externos (ligados a los intereses que dominan el ámbito político), y los internos (el ego del político, que se agranda con el paso del tiempo y que le distancia de la realidad, su soledad, el vértigo del poder, las dualidades entre la diferencia entre lo prometido y lo posible, lo que quisiera hacer y lo que hay que hacer...).
* Debe abordar la figura del político como líder (el coach no se puede obnubilar con el poder del político; no puede quedarse en el quehacer de la contigencia). El líder político está profundamente conectado con su proyecto y mantenerlo vigente es fundamental. El coaching debe ayudarle a recuperar esa conexión umbilical desarrollando capacidades que el coachee ya tiene.
* Debe explorar sus propios límites, admitiendo la posibilidad de coachear a una persona con valores ideológicos opuestos a los suyos. La pregunta fundamental es ¿cuál es mi objetivo, apoyar una ideología o contribuir a mejorar un país? En realidad, las cuestiones de Estado deberían unir a un país.
Pero lo realmente importante es que el alcance de la aplicación de un ejercicio realista de coaching político, que más allá de los primeros espadas, ha de descender a quienes a fecha de hoy trabajan construyendo el futuro. Eso implica trabajar desde abajo, pues ello nos permitirá mantener el sentido de lo público y de país más genuino que permita devolver la esperanza a una ciudadanía descreída.